Escoger una especialidad: Nefrología: Los riñones nunca descansan


Nefrología es la especialidad que empieza tranquila… hasta que no.
Es el arte de lidiar con órganos que no avisan cuando empiezan a fallar, pero sí te reclaman todo cuando ya lo han hecho.
Es la especialidad donde nada parece urgente… hasta que el paciente convulsiona por hiponatremia o entra en paro por una hiperpotasemia que estaba en la analítica desde hace 3 días.
Y adivina qué: el paciente ni se había quejado.
Así de silenciosos son los riñones. Así de traicioneros.


El Riñón: Ese Órgano Que Filtra Tu Esperanza

Los riñones son máquinas de regulación fisiológica constante.
Pero el problema es que hacen su trabajo tan bien… que nadie los nota hasta que colapsan.
Cuando lo hacen, traen consigo un desfile de síntomas que suenan a otras cosas:

  • Cansancio crónico
  • Náuseas persistentes
  • Edema en tobillos
  • Anemia inexplicable
  • Disminución de diuresis
  • Confusión mental
  • Hipertensión rebelde
  • Convulsiones por desequilibrio electrolítico

Todo eso sin una sola queja explícita del riñón. Solo se va apagando.
Y cuando lo descubres, ya tiene función renal en 20%, y el paciente te dice:
“Yo solo vine por una hinchazón.”


Cifras, Fórmulas y Pánico Silencioso

Para ser nefrólogo necesitas amar:

  • La Tasa de Filtración Glomerular (TFG) como si fuera tu horóscopo.
  • La relación BUN/creatinina, incluso cuando nadie más sepa qué es eso.
  • Las curvas de líquidos, los balances negativos, y la dieta hiposódica que nadie cumple.
  • Calcular fracciones de excreción de sodio como si fuera una escena de “Misión Imposible”.
  • Explicar por vigésima vez qué significa tener potasio en 6.7 y por qué eso no se arregla con agua de coco.
  • Lidiar con gente que dice que la creatinina subió “por estrés”.

Spoiler: el estrés no eleva la creatinina. Pero tu presión, sí.


Diálisis: El Sello de Agua del Nefrólogo

Nadie quiere llegar a diálisis. Tú tampoco. Pero cuando toca, toca.

Y entonces se abre el universo paralelo del paciente crónico dialítico:

  • Tres veces por semana.
  • Cuatro horas por sesión.
  • Una dieta imposible.
  • Cero potasio, cero fósforo, cero ganas de vivir cuando todo le cae mal.
  • Accesos que fallan, fístulas que se trombosan, catéteres que se infectan.
  • Turnos ocupados, máquinas rotas, y pacientes que no aparecen.
  • Abandono terapéutico, frustración familiar, y tú… explicando otra vez que no es “una limpieza”, es un reemplazo parcial de su vida renal.

Tú estás ahí, ajustando la ultrafiltración como si fuera una sinfonía.
Pero cada sesión es un baile entre salvarlo… y no descompensarlo más.


Trasplante Renal: El Final del Juego (o el Nuevo Inicio)

Si tienes suerte, el paciente es candidato.
Si tienes más suerte, consigue donante.
Y si tienes mucha suerte, el injerto prende, el rechazo no ocurre y el seguimiento es exitoso.

Pero lo que viene después no es un “final feliz” sin más.
Es una nueva vida con:

  • Inmunosupresores que pueden fallar o generar cáncer.
  • Riesgo constante de infecciones.
  • Controles clínicos de por vida.
  • Una relación de dependencia contigo, el nefrólogo, como el nuevo guardián del órgano ajeno.

No eres un héroe de acción. Eres un cuidador silencioso de un préstamo biológico.


Nefrología en el Hospital: El Servicio Fantasma

Tu presencia es invisible hasta que todos te necesitan urgentemente:

  • La UCI tiene una falla renal aguda por sepsis.
  • La guardia necesita filtrar a un paciente con rabdomiólisis.
  • El cirujano pregunta si puede operar a alguien con TFG en 30.
  • El internista quiere saber si puede ajustar el enalapril.
  • El cardiólogo te entrega un paciente con edema y te dice: “es tuyo”.

Y tú, sin llorar, lo recibes.
Le haces balance de líquidos, ajustas la furosemida, mides la orina…
Y esperas que la presión no se desplome mientras filtras 4 litros.


¿Y la Relación con el Paciente?

A diferencia de otras especialidades… tú los ves siempre.
Toda la vida.
Cada semana.
Cada mes.
Hasta que:

  • Empiezan a dializar
  • Consiguen un trasplante
  • O no llegan a ninguna de las dos opciones

Te vuelves más que su médico. Eres confesor, consejero, muro de contención.
Y cuando el paciente muere… no es solo otro caso.
Es alguien que viste tantas veces que sabías hasta su café favorito.


¿Por Qué Elegir Esta Especialidad?

Porque necesitas:

  • Amor por los detalles.
  • Paciencia con la progresión lenta.
  • Fortaleza emocional para aceptar que a veces haces todo… y aún así no basta.
  • Tolerancia al cansancio crónico ajeno.
  • Capacidad de tomar decisiones clínicas sin fuegos artificiales.
  • Gusto por lo invisible: los solutos, los gradientes, los litros de líquido que nadie ve, pero tú sí.

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