Escoger una especialidad: Estrategias para mantener la motivación


💥 ¿Por qué pierdes la motivación?

Vamos, no es por flojo.
Es porque estás metido en un sistema que te exige perfección, velocidad, conocimiento infinito y estabilidad emocional… todo al mismo tiempo y sin pedir permiso.

El problema no es que seas débil.
Es que el entorno es inhumano y tú aún no eres robot (aunque tu café diga lo contrario).

Entonces no esperes motivación como si fuera una llama eterna.
Trátala como un recurso renovable pero finito.
Y tu trabajo es recargarla antes de que se acabe.


🔄 Motivación cíclica: el secreto sucio que nadie te contó

Hay días donde fluyes.
Y días donde absolutamente todo te da igual.
Eso es normal. Eso es humano.
El truco no es evitar esos días: es sobrevivirlos sin que te arrastren a la apatía crónica.

¿Cómo?


🧭 Estrategias más profundas para cuando el alma está en UCI


🔧 1. Cambia tu enfoque de “productividad” por “proceso”

Si todo lo que haces es evaluarte en términos de rendimiento (pacientes vistos, horas estudiadas, papers leídos), entonces cada mal día es una falla.

Pero si mides tu proceso (constancia, intentos, capacidad de volver a levantarte),
entonces cada caída es parte del camino. No el final.

🎯 Reprogramación mental:
“Hoy no rendí al 100%, pero me presenté. Y eso vale.”
“Estudié 5 páginas. Son 5 más que ayer.”
“Fui lento, pero fui.”


🔋 2. Cuida tu motivación como si fuera energía… porque lo es

Haz una lista de cosas que te recargan (aunque parezcan mínimas o ridículas):

  • Escuchar música a todo volumen camino al hospital
  • Ver un episodio de una serie tonta
  • Hablar con alguien que no hable de medicina
  • Cocinar sin reloj
  • Gritar en un cuarto vacío (también válido)

Haz de esas cosas un hábito, no un premio.


🪞 3. Cuestiona las voces internas que te sabotean

  • “Nunca voy a ser tan bueno como los demás.”
  • “Si me cuesta, es que no soy suficiente.”
  • “Estoy cansado, entonces estoy fallando.”

Spoiler: esas frases no son verdades.
Son pensamientos automáticos construidos por años de competencia, exigencia y presión.

Terapia puede ayudarte a identificarlos.
Pero mientras tanto, anótalos. Léelos. Y desmóntalos.


🔍 4. Observa lo que te mueve… aunque sea raro

Tal vez no te levantas por amor a la medicina.
Tal vez te levantas porque te gusta el café con la enfermera de la mañana.
O porque un paciente mayor te dijo gracias.
O porque aún no has decidido qué especialidad odiar menos.

Está bien. No necesitas razones épicas.
Solo necesitas una excusa válida para seguir caminando.


🎒 5. Ten tu “kit de emergencia motivacional”

Literalmente. Prepáralo. Escríbelo. Guárdalo.

Incluye:

  • Una nota que te recuerde por qué empezaste.
  • Una lista de cosas que ya lograste.
  • Un audio de alguien que te quiere.
  • Una playlist que te suba aunque sea una ceja.
  • Una imagen mental que te dé paz.
  • Una foto de ti mismo antes de empezar esto, para que veas cuánto has crecido.

Cuando estés al borde, abre el kit. No lo pienses. Solo hazlo.


🤝 6. Aprende a pedir motivación prestada

No siempre va a salir de ti.
Y eso no te hace menos.
Te hace parte de una comunidad de seres humanos.

Habla con alguien.
Dile “estoy desmotivado, solo necesito que me escuches.”
O “recuérdame que esto vale la pena, porque hoy no lo veo.”

A veces, las palabras de otro iluminan justo cuando las tuyas se apagan.


🧘 7. La motivación no siempre se siente como energía

A veces se siente como calma.
Como resignación con propósito.
Como una pequeña voz que dice:

“No quiero, pero lo haré igual. Porque me importa. Porque me debo esto.”

Eso también es motivación.
No es entusiasmo. Es compromiso silencioso.
Y vale igual.


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