Dinero: el consejero incómodo
No habla fuerte.
No aparece en el examen de admisión.
Pero una vez dentro, empieza a opinar en cada elección.
Desde qué libros compras, hasta cuántos turnos aceptas.
Desde si puedes estudiar algo que amas, hasta si tienes que rendirte y hacer lo que pague.
Es ese susurro constante que dice:
“Sí, sueña con endocrino… pero cardio paga más.”
“Sí, te encanta salud pública… pero anestesia tiene menos contacto con humanos y más ceros en la cuenta.”
Y ahí estás tú, jugando ajedrez financiero con tu futuro.
¿Y si el dinero pesa demasiado?
Puede hacerlo por varias razones que no son codicia, sino puro contexto de supervivencia:
- Tienes préstamos estudiantiles que te respiran en la nuca.
- Eres la primera persona en tu familia que estudió medicina y todos esperan que “te vaya bien”.
- Te mantuviste solo durante la carrera y necesitas recuperar el terreno perdido.
- No tienes red de apoyo si algo sale mal.
- Ya estás cansado de vivir en modo escasez y quieres algo más estable.
Ninguna de estas razones te convierte en un monstruo.
Te convierte en una persona que entendió que la vocación no paga las cuentas.
El dinero como criterio no es un pecado. El autoengaño sí.
Lo peligroso no es pensar en el dinero.
Lo peligroso es mentirte diciendo que “el dinero no importa” mientras eliges con base en él y luego odias cada día de trabajo.
Porque eso sí pasa:
- Eliges una especialidad rentable.
- Sobrevives la residencia.
- Empiezas a facturar.
- Y un día, mientras compras un auto nuevo, te das cuenta de que odias tu vida.
¿Vale la pena?
Solo si estabas claro desde el principio en que esa era tu moneda de cambio.
¿Y qué pasa con las especialidades menos lucrativas?
Ah, la otra cara de la moneda.
Esas que muchos miran con ternura, como si fueran hobbies académicos:
- Medicina familiar
- Pediatría
- Geriatría
- Infectología
- Medicina interna “pura”
La gente las elige sabiendo que probablemente nunca van a llenar consultorios como los dermatólogos ni cobrar por procedimientos.
Pero también sabiendo que:
- Tendrán una relación más humana con sus pacientes.
- Tendrán más tiempo libre (en teoría).
- Vivirán con menos estrés legal.
- Sentirán que están aportando algo esencial.
¿Y el dinero?
Suficiente para vivir, pero no para deslumbrar.
Suficiente para estabilidad, pero no para lujo.
¿La verdadera pregunta?
¿Qué tipo de riqueza estás buscando?
- ¿Económica?
- ¿Emocional?
- ¿Temporal?
- ¿Familiar?
- ¿Intelectual?
Porque no puedes tenerlo todo.
Y muchas veces, lo que ganas con una especialidad, lo pierdes en otra área de tu vida.
Escenarios reales:
- Cardiólogo con ingresos altos, tres divorcios, gastritis crónica y ansiedad generalizada.
- Médico de familia con ingresos modestos, vida social activa, y energía para ver crecer a sus hijos.
- Internista que da clases y escribe papers, sin mucho dinero pero con satisfacción académica real.
- Gastroenterólogo que vive entre endoscopias y congresos, sin vida privada pero con casa propia.
Todos tienen algo que el otro no.
Todos renunciaron a algo.
¿Y si el dinero ya te está aplastando antes de elegir?
Entonces tu elección será menos libre y más defensiva.
Y no pasa nada.
Pero sé honesto contigo.
- Si eliges algo rentable, que sea por una necesidad real, no por presión externa.
- Si eliges algo menos rentable, que sea porque puedes sostenerlo sin hundirte.
- Si no sabes todavía, no tomes decisiones como si supieras.
Esperar un poco más para elegir bien… puede valer más que cualquier bono quirúrgico.
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Un comentario sobre “Escoger una especialidad: ¿Cuánto pesa el dinero en tu elección?”